El Buda dio instrucciones para tres clases distintas de personas. Aquellos que querían evitar el sufrimiento recibieron las enseñanzas sobre causa y efecto (“Camino pequeño”, en sánscrito Hinayana; o también: Theravada. “La escuela de los mayores”). A quienes querían hacer más por otros les dio las enseñanzas sobre sabiduría y compasión. (“El Gran Camino”, en sánscrito “Mahayana”).
Cuando las personas tenían una fuerte confianza en su propia Naturaleza Búdica y la de otros, el Buda enseñó el Camino del Diamante (en sánscrito Vajrayana). Aquí, él se manifestó como formas de energía y luz o transmitía directamente su visión iluminada como un flujo de consciencia. En éste, el nivel más alto, el objetivo es lograr el completo desarrollo de la mente, la espontaneidad sin esfuerzo del Gran Sello. (en sánscrito Mahamudra).
En el Budismo del Camino del Diamante se aprende a experimentar el mundo desde un punto de vista rico y autoliberador. Sus meditaciones desarrollan una profunda riqueza interna y conducen a una mente no artificial e imperturbable en la que puede desarrollarse cada actividad iluminada.